Mr. Drexler II

|

Querido Jorge:

Me bastó escucharte en vivo dos horas para llenar mi carpeta de música con tus canciones. Me bastó un fin de semana para procesar tus versos mágicos y tus palabras sinceras. Me fueron suficientes algunos de tus acordes de guitarra y la conmoción para aprender que iba “en este vuelo transoceánico oyendo tus versos melancólicos”. Y me bastó con escuchar tus genialidades sencillas, llenas de picardía y tu marca personal del sur.

No te voy a endiosar. No voy a recomendar tu música intencionalmente. No pienso comprar tus discos aún. No quiero tener tu voz. No quiero robarme tu talento. Tan sólo con dedicar y cantar algunas de tus canciones estoy contento. No pretendo ser el guitarrista del gueto de Varsovia.

Pretendo, sí, sumergirme en tu discografía. Prometo no escucharla horas. Prometo escucharla lo suficiente. Prometo intentar descubrir realmento qué significa eso. Prometo no ir a Disneylandia. Y prometo no darle más vueltas a esta carta. Esta vez creo que valió tarde antes que nunca. Decir que aunque sin primera tuve segunda. Que conocí recién al gran ser humano que está entre un médico jubilado y un trovador de sonidos raros y voz suave. Años luz y muchos discos después. Pero valió toda pena.

Cada uno da lo que recibe, dices. La norma dictó que toda tu música, aquella noche, se transformara en alimento para mi alma, y hasta me curo de una enfermedad de temporada. Y no sé mucho qué decir para darte de vuelta lo que recibí. Lo haré mejor a tu manera. “Gracias, gracias, gracias//Quiero agradecer a quien corresponda//Y a nosotros dos el premio a la audacia//Por entrar al mar por la parte más honda”.

Gracias Drexler.
Salúdame a Matías y Campi.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Querido cartero, que somos audaces, no?. Esta es la mejor carta. Gracias, gracias, gracias (a ti también).