(des) Amor al chancho

|

Recordado y querido Babe:

Quizás esté de más decir que siento mucho la mala racha que estas teniendo. De hecho nunca sabré lo que sientes como tampoco conoceré tus frustraciones por tanta historia de malos tratos y puerca vida. Pero déjame decirte, si en algo te sirve de consuelo, que tu valor para mí es incalculable y superior al de muchas especies de esta creación.
Sé lo mal que el mundo se ha portado contigo y los tuyos. Por un lado, han tenido la osadía de prohibir el consumo de tu carne por considerarla inmunda. Por otro, tu pellejo ha sido rifado al mejor postor en mercadillos y centros de abasto. Las mafias abarrotan sus bolsillos diariamente vendiéndote a pedazos, y se llenan la boca por la gran hazaña que significa enriquecerse a tus costillas. Con esto queda confirmado que todo el amor siempre estuvo dirigido hacia tus chicharrones.

Como si no fuera suficiente, todo ha empeorado para ti desde que una enfermedad propia de tu especie, que parecía de rutina, provocó –“sin querer queriendo”– una gripe AH1N1 mundial. Ahora tienes a todos yendo y viniendo con máscaras, a la OMS pronunciándose a cada rato, los aeropuertos aún más frenéticos que de costumbre y a la población inmersa en un sicosocial increíble. Qué mala leche, cerdito. Esto no se lo deseo a nadie. Ciertamente, este no será tu año ni siquiera en el Horóscopo Chino.

Te desprecian por ser el portador del temible mal. ¿Y qué culpa tienes tú, cerdito valiente? Ninguna, claro está. Sin embargo, quienes te valoramos y queremos nos sentimos orgullosos de la hidalguía con que afrontas esta situación. Cuando muchos quieren quemarte vivo tú sigues ahí, convencido de tu gran utilidad y tus aportes. No importa, allá ellos que se lo pierden. Mientras tanto, yo te prometo continuar disfrutando de tu deliciosa carne, de tu sabor inigualable y de la exquisitez que significa tu participación en la gastronomía de este planeta. Esto es sólo una mala racha, pequeño amigo, ya verás que pronto la tormenta pasará. Eres la proteína animal más deliciosa y de mayor calidad que conozco, y ninguna gripe de temporada va a venir a decirme lo contrario. Lo mejor viene después, ya lo verás. En lo que menos imagines, estarás gozando de todo el reconocimiento que mereces y ocuparás un lugar imprescindible en nuestras mesas y nuestros corazones.

Un abrazo y mucha fuerza, chanchito valiente.
Hasta pronto.

“Oh, Sole mía”

|


Querida Sole:

Hace no más de 6 años, no sé exactamente cuándo, no sé ni cómo, llegó a mis oídos tu inolvidable hermosa voz. Era de esas voces de la que te enamoras a primera vista. Tenía forma de alma, de mundo y cuerpo de mujer española. Era, en ese entonces, la voz de Presuntos Implicados, una banda a la que creí musicalmente gracias a tu don melódico. Lástima que tú ya estabas de salida. Lo digo así porque en lo que demorabas poniéndote la ropa de solista, yo miraba en el espejo si el atuendo de Presuntos iba bien con mi estilo personal. Pero así tuvo que ser: “Nunca es para siempre”, decía una de tus canciones. Todavía recuerdo la pena que sentí al leer tu carta agradeciendo a la gente, a esa gente que tú le dedicaste una canción.

Hace rato leí que el nick de un amigo decía “Cuando quiero sol”. Yo dije qué buena forma de invocar ese anaranjado y nostálgico sol. Mi amigo vive enamorado y al mismo tiempo lejos de quien ama. Sin embargo, tus canciones lo transportan, lo acercan por infinitos segundos al lado de ella. Tu voz ilumina su esperanza, porque tu voz irradia todo: “agua, luz, amor”.

Me sorprendo con el paso del tiempo, Sole. Estás más resuelta que nunca, con los años bien puestos y esa voz aún más cuajada. Ahora, mientras tu banda de 20 años se asoma tímida con tu reemplazo, tú irrumpes con una tercera producción en Latin Jazz. Ay, Sole, tremendo plenilunio el que nos traerás en junio. Viene con lluvia de estrellas, con aguas de marzo, con gracias a la vida y hasta dos gardenias. Qué maravilla. Nunca fue tan bella la soledad.

Alas y buen viento.
Adiós.