Haiti, Chile y yo

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Nuestra vida es muy parecida a las famosas placas tectónicas que cuando friccionan producen los terremotos. Pueden estar mucho tiempo estables, pero de pronto, en el momento más insospechado, toman rumbos desconocidos que acarrean tanto sismos como cismas emocionales. Suele pasar con mucha frecuencia. Un día somos algo, al otro ya no lo somos. Un día anduvimos de amoríos y al otro le declaramos la guerra a quien se nos cruce en el camino, porque terminamos lo que comenzamos. Luego se nos dio por ser buenos y, de pronto, la sed de venganza nos vuelve de los más viles maquinadores de crueles artimañas. La vorágine que viene, después del movimiento telúrico dentro de uno, termina dejando enormes pérdidas y cuantiosos daños en el epicentro de nuestro ser. Nos separa de nuestros vecinos y amigos para “trasladarnos” a zonas más seguras. Mientras eso sucede, el panorama de un caos general nos pone en la línea del frente. Toca, por supuesto, adaptarnos y enfrentar esta ola gigante. No importa cuán devastados estemos, no interesa cuánto tiempo duren las réplicas, lo que viene ahora es coraje puro y todo lo que pueda emerger de la propia iniciativa y del instinto de supervivencia será siempre bienvenido.

Hoy se acabo una era en mi país; mañana empieza su etapa de reconstrucción. Se recibe con mucho aprecio la ayuda humanitaria y se espera una eficacia en las políticas reconstructivas de un nuevo ser. Un terremoto no siempre mata, más bien puede ser paradójicamente edificante cuando toca en el lugar y en el momento preciso. Fuera de toda vulnerabilidad, allana el camino rocoso de la esclavitud por complacencia, nos premune de una doble tracción del corazón y nos lleva a un horizonte desconocido donde todo está por ser descubierto y explorado.

Mañana el sol saldrá y alumbrará los escombros que pronto serán levantados. Los servicios volverán a ser repuestos y la producción se iniciará de menos a más hasta llegar a su ritmo habitual. Ayer las placas chocaron, pero hoy todo volverá a la normalidad. En poco tiempo éste volverá a ser un país nuevo y más precavido, menos compulsivo y más sólido que nunca. ¿Para qué más tregua? Entonces, que empiece la reconstrucción.

1 comentarios:

Miss Lego dijo...

Un post muy bien escrito y fácil de leer. Felicitaciones porque lo haces muy bien